«¿En qué momento…?»: fútbol base como fuente de alegrías en un mal año del Valencia CF

Prebenjamín B del Sedaví CF | Foto: Jose Baixauli

Termina la temporada 2016-2017 para el Valencia CF y termino la temporada, en lo personal, entrenando a niños de 6 y 7 años.

La primera circunstancia ha sido un desastre.

La segunda, una liberación.

Una liberación porque todas las alegrías que no me dieron unos me las dieron los otros. No he ganado la Liga con mis niños, ni la Copa: hemos quedado octavos, pero estoy muy orgulloso de ellos y de todo lo que han hecho. Y es que al Valencia tampoco le pido que gane títulos, sólo le pido que muestre orgullo y se deje la piel en el campo en cada partido.

Pero, otra temporada más, todo eso brilló por su ausencia. Y me di cuenta no gracias al equipo de mi corazón, sino a esos niños que vienen cada día a entrenar con ilusión y con ganas de jugar. Unos niños capaces de perder 5-0 un fin de semana y, siete días después, ganar 7-2 jugando sin cambios. Unos niños que se van al descanso 0-4 y remontan el partido poniéndose 4-4… y aún así se van cabreados a casa porque podrían haber marcado el quinto.

Y unos niños que, aún ganando o perdiendo, acaba el partido y salen al centro del campo a saludar a la gente que les anima (en este caso, un grupo de 20 padres), a diferencia de los jugadores del equipo de mi corazón, que salen huyendo al túnel de vestuarios sin dar la cara y dejando tirados a miles de aficionados en el campo y a los millones que los siguen (afortunadamente no son todos así).

Lo que más pena me da de esta temporada es que estos niños, que están empezando a jugar a fútbol y buscan un ídolo en que fijarse, miran al equipo de su ciudad y no lo encuentran. Yo tuve como referentes o ídolos a Mendieta, Vicente y Villa, pero estos niños ahora celebran los goles como Messi, Ronaldo o Griezmann. Es lógico: ¿cómo van a saber quién son Bakkali, Abdennour o Aderlan Santos? Bueno, quizá este último si sepan quién es tras la espectacular ‘asistencia’ de tacón que dio ayer…

¿En qué momento? ¿En qué momento ocurre todo esto? ¿En qué momento no se tiene orgullo en un campo de fútbol? ¿En qué momento un equipo pierde toda su alma? ¿En qué momento un equipo no es capaz de generar referentes que te hagan ilusionarte?

Quizás ese momento sea el instante preciso en el que el fútbol, el juego, deja de ser un juego con el que divertirse jugando y viendo… y se convierte en un sufrimiento y penitencia domingo tras domingo.

Texto: Jose Baixauli
Entrenador Sedaví CF Prebenjamín ‘B’

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