¿Qué aspectos psicológicos te pueden ayudar a ser un mejor entrenador de base?

En la actualidad sabemos que los entrenadores no sólo han de saber de fútbol. Por ello, es enriquecedor para un entrenador conocer qué aspectos de la psicología pueden ayudarle y servirle en el ejercicio de su profesión día a día. Aquí te presento algunas claves:

Ir de frente. Fundamentar toda cuestión o problema que se interponga entre tú y tus jugadores te dará mayor credibilidad y confiabilidad.  Recuerda que para el funcionamiento de un equipo es indispensable que exista una comunicación bidireccional, fluida y constante. Sin comunicación no hay equipo.

Coherencia. Sé coherente entre lo que piensas, digas y hagas. Creo que no hay nadie más influyente que aquél que tiene 100% de coherencia con lo que dice y hace. Eso lo percibirán tus jugadores y te tomarán como una persona con valores claros.

Refuerza siempre todo aquello positivo que veas. Permanece atento hasta a los más mínimos detalles. Utiliza tu lenguaje corporal para reforzar. Por ejemplo: dar palmadas, una sonrisa, etc. Has de ser consciente que tu tono de voz y los gestos que realizas muchas veces llegan más que las palabras. Mírales a los ojos al hablar y exígeles lo mismo.

Se respetuoso con tus jugadores. Todos somos dignos y merecemos un respeto. Si tú respetas, ellos también lo harán. Recuerda que no es lo mismo que te tengan respeto a que te tengan miedo. Si te tienen miedo, dejas de ser líder para ser un “tirano”, y… ¿quién quiere un “tirano” en su vida?

No abuses de las técnicas de premios y castigos. Intenta evitar los castigos, y si impones uno, antes has de anticiparlo a los jugadores. Un castigo (o un grito por tu parte) jamás tiene que ser consecuencia de un fallo del jugador. En todo caso, tiene que ser consecuencia de una conducta nada deseable y ha de existir contingencia entre conducta-castigo. Por ejemplo: el jugador no respeta materiales. Consecuencia: durante una semana será el encargado de los materiales de su equipo.

Empatiza con tus jugadores. Habla con ellos, pregúntales qué les pasa, preocúpate y que ellos lo vean. En el caso de los niños, muchas veces tienen una conducta disruptiva cuyo origen es emocional, es decir, se sienten poco valorados y queridos, así que “deciden” llamar la atención de la forma que sea… y aunque no sea la forma más acertada, estamos ante niños heridos emocionalmente. Si tú te preocupas por él en vez de juzgarle constantemente, él te lo agradecerá.

Conoce a tus jugadores. Para dar con la “tecla” de cada jugador tienes que dedicar tiempo a conocerlos. En esto puede ayudarte un psicólogo. Es imprescindible que los conozcas y sepas qué cosas le agradan y desagradan.

No sirve de nada decir muchas cosas juntas. Tienes que saber usar, valorar y entender los silencios. Piensa qué te ocurre cuando te dan muchas instrucciones a la vez… Utiliza palabras clave para que los jugadores al escuchar esa palabra sepan lo que estás pidiendo. Y trabaja durante los entrenamientos las palabras clave. Sé claro y concreto. Dales un ‘feedback’ constante.

Por último, te digo una cosa a ti entrenador: ya sabes que si la teoría no la aplicamos a la práctica, no nos va a servir de NADA. Así que, aplícate el cuento y sé una mejor versión de ti mismo. ¡Ánimo y a por todas!

Texto: Joana Pérez (psicóloga deportiva)

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